Escultura pareja de cubanos

Fue en un modesto taller de artesanía de la vieja Cuba donde unas manos dieron vida a nuestra esencia. El aroma a madera se mezclaba con el son y las canciones, y el humo de tabaco envolvía el ambiente buscando la salida como buscan las gaviotas del malecón los últimos rayos de sol de un atardecer en La Habana. 

Al compás, la gubia y el formón se mecían en la madera, descubriendo cada detalle que habría de capturar la esencia de la elegancia de esta tierra cubana. Tras haber sido cuidadosamente acabados, nos lanzamos al mundo, recorriendo mercados y tenderetes. Transeúntes de ojos curiosos se fijaban en nosotros y aún podemos recordar la calidez de aquellas miradas. En cada nuevo lugar, llevábamos con orgullo nuestra herencia cubana, irradiando la esencia y el encanto de nuestro pueblo.

Un día, un turista europeo, seducido por nuestra belleza, decidió llevamos consigo a su lejano hogar. Así, nos encontramos en un desván olvidado, rodeados de sombra y silencio, esperando el momento en que nuestra historia volviera a brillar.

A lo largo de los años, hemos anhelado ser redescubiertos y ser expuestos en un rincón especial que despertara emociones y evocara las maravillas de nuestra tierra. Siempre habíamos querido encontrar el lugar donde seamos testigos de la admiración de quienes nos rodean y transmitir así nuestra alma cubana.

Hoy nos presentamos ante ti, nuestro nuevo propietario. Queremos expresarte la ilusión que nos hace que nuestras historias se fundan hoy en una. Gracias por ofrecernos un nuevo hogar, donde podamos reflejar el amor y la pasión de aquellos artesanos que nos dieron vida en aquel modesto taller de artesanía de nuestra querida Cuba.